miércoles, 12 de abril de 2017

22, marzo?, 2017

El miedo eran las calles
 las voces no escuchadas
 los labios excesivos
 los laberintos invisibles
 el verbo ardiente y callado
la luna nueva escondida
en el fondo de un pozo
donde yacían las horas, todas,
 sin fin y sin principio. 
El miedo, simplemente,
 eran los grandes espacios.
 El miedo, ya incluso,
era cada paso en la penumbra
 desorganizada del mundo. 
…Y todo tan grande,
 tan pequeño, inmediato,
gélidamente sórdido,
 tristeza inmensa
por calles olvidadas
 o avenidas sin historia. 
El miedo, ya concretando
 es/era el amor, pero, sobre todo,
 la ausencia del amor.
 Es/era la belleza, o la falta de ésta,
el instante vivido  o el miedo
a perder ese instante
 en un caos de minutos

y días eternamente inservibles.

G. Cabal

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