9, marzo, 2017
Dicen, o he leído no sé dónde, que
decía Cornielle: “Sólo es dueño de su
vida quién la desprecia”. Así pues, en
esta incipiente primavera que ya despunta por todos los rincones, resulta que
yo –según dicha cita- soy sumamente dueño
y propietario de mi vida. Qué cosas…
Pero lo cierto es que, si es así (ya había
meditado en esto hace décadas), no
desearía ser tan “dueño de mi vida”;
vamos, que muchas veces desearía que mi vida fuera absolutamente por
libre, a su aire, y yo fuera, una vez más –como he sido hasta no hace
tanto- un absoluto dependiente de las
pasiones más improvisadas que la misma vida nos brinda y que siempre nos regala
sin avisarnos.
Siempre pensé que amaba la vida, pero
en realidad, lo que casi únicamente he amado son las intensas pasiones del amor
y sus ensueños y, todo ello, casi siempre hasta el delirio, hasta sus últimas
consecuencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario