viernes, 12 de mayo de 2017

11, mayo, 2017

La ciudad es un llanto de lluvia fina, pura y plateada, una penumbra insípida que por momentos, apenas deja ver sus calles.  La percepción de la luz  es –a veces- la más confusa de las abstracciones.

Hoy, la luz, marcha debilitada por los senderos inversos de las calles del cielo, de los salones del mar, de las autopistas sin memoria.


La luz, mi luz, es un incómodo y pequeño paquete, denso, muy denso de textos y prosas cansadas que no sé dónde dejar, dónde abandonarlas, sí, porque necesito ir ligero, muy ligero mentalmente.  Y casi todo me sobra, aunque no exactamente:  Casi todo menos tu mirada; casi todo menos las miradas, miradas selectivas, femeninas, que siguen siendo, o casi, el único centro de mi universo, el único motivo de mi existencia.

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