martes, 2 de mayo de 2017

3, mayo, 2017

Compiègne, esa villa imperial napoleónica que yo no conocía.

Regresábamos esta mañana de la pequeña ciudad de 45.OOO habitantes, viendo un mar de nubes y campos lejanos en el vuelo de París  a nuestra ciudad.  Hace tiempo que deseaba conocer Compiègne, tan ligada al gran (y presente)    amor de incipiente madurez, segunda juventud, o, juventud plena, ya tan lejana.

De nuevo las amplias ensenadas de los cielos; los blancos surcos dilatados hasta el infinito.  Un vuelo cierto, real y peligroso que siempre procuro evitar…, porque no lo controlo.  Los vuelos del pensamiento trascienden infinitamente más que estos aeronáuticos; loa vuelos de las palabras, de los ensueños sin fisuras, a cielo abierto y sin paracaídas.  No hay nada nuevo: en el regreso percibía el retorno, esa vuelta a no sé dónde que nos anuncia, impúdicamente, la sobrecogedora soledad de los cielos y, que no es otra cosa que el caos del universo en el que vivimos, el absurdo y temible desasistimiento del hombre en su viaje cósmico y sin rumbo a ninguna parte.  Pensaba en las religiones y sus distintas mitologías que las arropan; la mitología hebrea, tan rica, tan mística y tan cruel;  la mística católica, con toda su inabarcable iconografía y riqueza arquitectónica que tanta belleza ha creado y, tantos estragos históricos ha causado a las clases pobres, ignorantes y sometidas.   Pensaba en el vacío, en lo fácil que es creer y la “necesidad” de una religión, sea la que fuere, para justificar nuestras carencias de todo tipo.   Y pensaba, sobre todo, en darles cancha a los demás, sí, para no discutir, pues las discusiones estériles son poco ilustrativas y no conducen a nada…, y también, y como suele decirse, en no entrar al trapo de nada y hacerme el despistado, cosa que a veces, resulta difícil.

Pero, en todo caso, la mística auténtica, como la lírica, creo que será algo eterno que acompañará al ser humano hasta el final de los tiempos.

…Y el Mercado siempre está ahí, con sus guerras “justas” (occidentales) y sus devastaciones implacables para crear nuevos mercados después de la destrucción de culturas y países  que quieren (querrían…) ser independientes y gestionar sus riquezas.  Algo así, es (debería ser)tan comprensible…


¿Tan comprensible….?

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