viernes, 26 de mayo de 2017

7, abril, 2017

Las alturas de los techos: esa gran liberación si es que llegan las tensiones claustrofóbicas de los interiores y, entonces, en esas alturas inciertas y “desconocidas”, vemos objetos extraños que, deseamos ver como tales: garrafas, fluorescentes, ventiladores, antiguas instalaciones de cableados de luz, capiteles de columnas de hierro, toneles vacíos que sólo contienen aire, viento en perpetua quietud: gran contradicción, sí, pero todo espacio vacío, con su aire viciado de soledad, un inesperado día puede transformarse en un viento imprevisible, sin dirección y muy difícil de detener.

El cielo, a veces, es un techo cualquiera de este mundo limitado y vulgar. 

Muy vulgar.


Obscenamente vulgar.

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